POTENCIAN HABILIDADES DE ESTUDIANTES DEL PROGRAMA INTEGRACIÓN MEDIANTE CONFECCIÓN DE MANDALAS

En los Liceos Polivalente Sara Braun y Bicentenario Luis Alberto Barrera

Como una iniciativa original de la kinesióloga Mónica Ojeda junto a la terapeuta ocupacional Paola Ampuero, se dio vida a un Taller de Confección de Mandalas, dirigido a estudiantes del Programa Integración de los Liceos Polivalente Sara Braun y Bicentenario, con el objetivo de desarrollar habilidades entre jóvenes que presentan déficit atencional, asperger y problemas motores.

“El resultado de todo esto fue que nos dimos cuenta que el taller permite desarrollar la motricidad gruesa y fina, además de favorecer la comunicación, la memoria, la atención y concentración, el seguimiento de instrucciones y lo más importante, aporta a las habilidades sociales de los estudiantes”, indicó Mónica Ojeda.

Asimismo, las profesionales manifestaron su contento por el efecto que ha generado la iniciativa, dando origen a una amplia red de apoyo a la cual hoy se suman el “Taller de 4 a 7”, que coordina Zaida Szigethi en la sede del Colegio de Profesores y la agrupación “Llanallánicas” que se dedica a realizar intervenciones de lana en lugares públicos de Punta Arenas, un taller ejecutado en la Biblioteca Municipal donde asistieron amistades con la finalidad de aportar en la construcción de mandalas, además de numerosos aportes individuales.

Como una forma de integrar a padres, madres y apoderados en esta red, el próximo miércoles 28 de mayo, se realizar un taller de 15.00 a 17.00 horas en el Patio de Luz del Liceo Bicentenario Luis Alberto Barrera. En tanto que el 3 de julio se efectuará una intervención pública en el bandejón central de Avenida Colón con Bories, donde se contará con números de música y malabarismo.

Finalmente hicieron un llamado a colaborar con una Campaña de Recolección de Lana que se efectuará en dos semanas, la que será publicitada en el evento de Facebook denominado Mandaliceanas “Tejiendo incluimos”.

ORIGEN DE LOS MANDALAS

Los mandalas son representaciones simbólicas espirituales y rituales del macrocosmos y el microcosmos, utilizadas en el budismo y el hinduismo. Los pueblos prehispánicos del suroeste de norte América y la península de México, como son las culturas Wixarika-Huichol o los indios Navajo, entre otros, los confeccionaban en lana, reconociéndolos como elementos ceremoniales sagrados a los cuales denominaban “Ojos de Dios”.

Eran regalos que se daban a las familias cuando nacía un hijo, agregándoles una vuelta de hilo y diseños en cada año que cumplía, para la protección y la salud. También se usan como ofrendas para pedir protección en otras áreas de la vida cotidiana.

En Punta Arenas, la técnica de confección de mandalas fue iniciada por Úrsula Arellano, actriz, docente, gestora cultural y tejedora que viaja por distintas regiones difundiendo esta antigua tradición.

Desde hace un buen período de tiempo los “Ojos de Dios” se han esparcido por el resto de América, dejando de lado el sentido ceremonial, y acercándolos más al arte, con sus formas y colores, son verdaderos mandalas sacados de la naturaleza.