29 de Marzo del 2024
AREA ATENCIÓN AL MENOR DE CORMUPA CONMEMORÓ 40 AÑOS DE GOLPE MILITAR
SEPTIEMBRE
11
Con una ceremonia reivindicativa por los niños y niñas que vivieron el 11 de septiembre de 1973
Esta mañana, el Área Atención al Menor de la CORMUPA realizó un acto conmemorativo de los 40 años del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, cuyo objetivo fue la reivindicación de niños y niñas que vivieron esa fecha histórica de Chile.

La actividad tuvo lugar en el frontis de las oficinas del Área, ubicadas en calle Patagonia #1070, contando con las palabras de César Montiel, quien se refirió a las medidas de la Unidad Popular que iban en beneficio de la infancia y la intervención de la docente Tamara Avendaño. Además se repartieron afiches de la época, alusivos a la temática infantil. Posteriormente, las y los asistentes se dirigieron al ex cuartel de la C.N.I., ubicado en el Cerro de la Cruz, donde escucharon el discurso final del Presidente Salvador Allende culminando el encuentro mediante el encendido de velas.

En el saludo de Tamara Avendaño destaca: “hoy hemos querido reivindicar al niño y la niña que fuimos ese 11 de septiembre de 1973 y a los que nacieron después, porque ellos y ellas también son el fruto de la gran fractura que vivió nuestro país, herida que no terminará de sanar, si no hay justicia y la garantía de que nunca más en Chile vuelvan a ocurrir estos deleznables episodios. Estamos a 40 años de ese día, a esta misma hora, varios de nosotros, en Punta Arenas, recién nos despertábamos o estábamos en la escuela. En Punta Arenas era un día muy soleado”.

En el discurso, la docente hizo referencia a las y los niños de Chile que pertenecían a familias de distintos bandos: “y como este es un largo camino, nos detenemos hoy para mirar hacia atrás, y fijamos la vista en los más pequeños, en aquellos que producto del golpe de estado fueron víctimas directas de lesa humanidad. Pero como tratamos de tener una mirada amplia, también a las otras niñas y los otros niños del pasado, que crecieron en esos duros años de dictadura, cantando 2 estrofas más del himno nacional, recibiendo permanentemente el mensaje del miedo, de no meterse en nada, de no agruparse, de no elegir representantes, de mirar con sospecha al que habla y al que no habla.”


En la ceremonia estuvieron presentes Angélica Vidal, que tenía 8 años en la época, Silvana Vera, que también tenía 8 años y Gabriela González, que tenía 5 años. A continuación es posible conocer sus testimonios.

Angélica Vidal

Por primera vez iba a bailar en el conjunto folclórico de su escuela. Tenía un vestido de china nuevo, confeccionado a su medida, había pasado todo el día anterior admirándolo. El 11 de septiembre era el Día del Profesor. Sobre el escenario se luciría bailando una cueca. A media mañana su mamá salió apurada de casa, iba muy seria. No hay clases hoy, dijo la muchacha que cuidaba de ella y sus tres hermanos menores. Por la tarde regresó su madre y le explicó: Murió Allende. Sintió que era algo muy grave.

Silvana Vera

Estaba en clases, cuando llega el Director con cara de mucha preocupación a decir que se suspendían las clases y se debían ir a sus casas. En el camino, junto a su hermano se daban cuenta que algo inusual pasaba. Todo el mundo adulto tenía más o menos la misma cara del Director. En su barrio, vecinos entraban y salían de sus casas, sacaban cosas: afiches, libros, discos. Tuvieron que esperar hasta tarde para saber lo que había pasado. Su madre dijo al llegar llorosa a casa: Murió el Presidente.

Gabriela González

En esa fecha ya no tenía mamá. Ella lo recuerda por el miedo espantoso, desde allí comienza ese día. Fuertes golpes en la puerta. Hombres de civil se llevan a su abuela afuera y no regresa. Por la tarde llegan militares con sus armas. Eran muchos y grandes, entran derribando la puerta, golpean a su padre y sus tíos con sus fusiles, rompen todo lo que pueden; a ella, la nieta mayor y a los otros niños no los miran. Todo es gritos, insultos, violencia. Los pequeños se quedan solos llorando en un rincón. Comenzaron a pasar las horas, tenían hambre y pena. Gabriela les dijo que mejor se durmieran, que así no sentirían nada. Al preguntar a Gabriela: A ti ¿Quién te abrazo, te consoló? Ella responde: Nadie.

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